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No botes la posibilidad de votar

24 Oct

Se acercan nuevas elecciones municipales. Las primeras elecciones después de 2 años de intensas movilizaciones sociales. Las primeras elecciones después de haberse aprobado el proyecto de ley que fija el voto como algo voluntario, y que además, se agrega la inscripción automática. Las primeras elecciones después de que la Alianza (A.K.A. “La derecha”) haya llegado al poder por la vía democrática. En estas elecciones municipales se elegirán a los futuros alcaldes y concejales que estarán a cargo de mejorar (o en algunos casos, usufructuar de) la comuna. Una vez más, los chilenos “libres” y empoderados del deber cívico, podremos ejercer nuestra opinión haciendo una raya en un papel, sintiéndonos parte de la democracia y parte de un país que no muchas veces nos escucha. Pero aún así, hay personas que no quieren ejercer este derecho que se nos ha dado. ¿Usted, va a votar?

Partamos con los argumentos más fáciles. El “electorado”, desde que llegó la “democracia”, se ha ido envejeciendo. No es sorpresa para nadie que el interés de los jóvenes por ser partícipes (y no solo espectadores) de los cambios de un país ha ido bajando a lo largo de los años. Tomando los datos del SERVEL, los números sorprenden y a la vez, no. El 1989, de la cantidad total de votantes, los jóvenes (que yo tomaré a los que tienen entre 18 y 34 años), representaban un 50% para varones y un 47% para mujeres. Al otro lado, en el de los adultos-ancianos (lo siento si lo encasillé en esta categoría), el porcentaje de participación era de un 50% para varones y un 53% para mujeres. Si uno va viendo como las cifras fueron cambiando para cada elección, nos encontramos con los impactantes números del 2009, en donde la participación del rango etario entre los 18-34 años es de un 17% para varones y un 15% para mujeres. Al otro lado, los adultos-ancianos parecen tener la mayoría, con un 83% para varones y un 85% para mujeres. Es decir, poniéndolo en buen chileno, la clase política, si fue eficiente en algo, fue en bajar la participación de los jóvenes, concentrándose mayormente en aquellas personas que estaban por sobre los 35 años. De aquí sacamos otra conclusión. Pensemos. Si usted fuera político, y le entregan solo este dato “Sr. candidato, el padrón electoral se compone de la siguiente forma: 20% tienen menos de 34 años y 80% sobre 35 años”, ¿usted en que rango etario concentraría sus esfuerzos? Y si además le dicen que para conquistar el voto joven usted necesita de un mayor esfuerzo que para conquistar el voto adulto. La respuesta suya será evidente “Olvidémonos de los jóvenes y vámonos con los viejos”. Más claro echarle agua. Por lo tanto, con estas simples cifras que pueden ser extrapoladas hasta por el ser más ignorante, podemos concluir que la “clase política” está ahí con que usted no esté “ni ahí”. Se esfuerzan para que usted no vaya a votar. Mayor prueba de esto es que ellos mismos hayan aprobado un proyecto de ley en donde dejan el voto como algo voluntario. O sea, le están diciendo en su cara “quédese en la casa, yo me encargo del resto”.  Y no quiero sonar paranóico, pero le pongo la siguiente imagen en su mente: Yo soy político y tengo un grupo de 100 personas que sé que van a votar por mí. Usted, acaba de llegar al padrón electoral a través de la inscripción automática. Yo sé su edad y donde vive. Mas de eso, no sé. No sé por quien va a votar. No tengo idea que es lo que quiere. No sé si sus valores con iguales a los míos. Pero sigo sabiendo que tengo a 100 personas que seguramente votarán por mí. Por lo que a usted, ¿que mensaje le daré? “Quédese en la casa”. Es obvio, y es exactamente lo que quieren y desean los políticos hoy en día. Quieren hacer el 20% de esfuerzo para que el 80% del padrón electoral vote por los mismos de siempre. Por los Melero (que lleva 20 años chupándole la teta a los impuestos), por los Andrade (que hasta el día de hoy no le he escuchado un comentario inteligente), por los Walker (en este caso, cae de cajón hablar de “los” Walker), por los Mariano Ruíz Esquide (un hombre que debe tener los valores de los años ´50 ó ´60), por los Labbé (un hombre que fue parte del terrorismo de Estado durante la dictadura), etc. Y usted, al quedarse en su casa, le deja la alfombra tendida a todos estos pasteles.

Vamos con otra. Hoy, usted goza de la libertad de votar o no. Bravo, que lindo verdad. Ahora, usted me dice que no quiere votar, que no quiere ejercer el derecho de votar. Como seguimos estando en el mismo Estado libre, también tiene ESE derecho. Pero si llegáramos a estar en una dictadura, en donde el voto no se permitiera, apuesto a que sería de los primeros en la fila exigiendo el derecho de un voto. En la historia de este país ha habido luchas, algunas sangrientas, otras no, algunas con finales felices, otras no, pero se han hecho cosas para que usted, hoy, inicios del siglo XXI, pueda ejercer su DE-RE-CHO libre a votar. Más aún si usted es mujer, ya que el voto femenino fue aceptado a partir del año 1935 (para elecciones municipales) y 1949 (para elecciones presidenciales y parlamentarias). ¿Es decir, que usted que es mujer y que además no va a votar, va a desechar una lucha que se dio por 150 años? Si viviéramos en un estado dictatorial todos lloraríamos porque no nos dejan votar, todos pelearíamos porque nos dejaran votar, y algunos, hasta derramarían de su propia sangre por que el voto volviera a ser un derecho, pero por razones (entendibles) ese derecho usted, HOY, lo está botando. Le aconsejo que lo aproveche.

Y ya sé que debe estar pensando ahora, “que el voto no sirve de nada”, “que soy solo uno dentro de millones”, “que me da lata, además son los mismos de siempre y no conozco a los candidatos”. Déjeme decirle que uno solo no puede lograr cambios. Mi voto por sí solo no es nada. Es un grano de tierra de un milímetro. Y si, los candidatos son los mismos de siempre, ¿pero sabe porqué? Porque siempre son los MISMOS los que votan. ¿No le parece lógico que los mismos elijan a los mismos? Y el voto es un instrumento. No es la panacea. Es un instrumento más, que si se usa en forma inteligente y organizada, puede lograr grandes cambios (ejemplo es que se pudo terminar con la dictadura). Pero aún más importante es el voto informado. Hoy estamos en la era de la tecnología, de las comunicaciones, de las redes sociales. Hoy no es difícil buscar o “googlear” a alguien para saber su pasado. Y a usted, que le gusta buscar cualquier cosa en internet (desde las 42 frases de alguien hasta como cocinar) dedique 30 minutos de su vida y averigüe sobre los candidatos. Yo hice el pequeño esfuerzo de mandarles un mail a los candidatos de mi comuna con 7 preguntas tipo para conocerlos un poco más y votar en conciencia. Y créame que no me quitó más de 45 minutos hacerlo.

Por último, si usted no quiere votar por alguien, haga un órgano fálico o vote por Optimus Prime, pero demuestre su descontento con la papeleta, no con la tele o el vecino. Si usted anula o vota en blanco, está dejando un mensaje que no se puede interpretar de una u otra forma por la clase política, si no que envía un mensaje claro, descontento, enojo, ganas de participar y de no seguir creyendo en los mismos de siempre. En cambio, si usted decide anular su derecho a voto quedándose en su casa, la clase política seguirá pensando que no lo hizo porque es flojo. Le recuerdo que nuestra clase política no hará los esfuerzos por analizar y pensar porqué no fue a votar. Les sale más fácil seguir desencantando diciendo “es que lo jóvenes no están ni ahí”, “es que no entienden la política”, o simplemente “es que son flojos”.

El voto es un instrumento. NO la panacea. Uno puede hacer movilizaciones sociales, organizarse a nivel comunal y además, votar, y eso no significa que estoy validando un sistema. Pero el no votar es la mayor validación a un sistema que quiere e intenta por todos lados hacer que usted se quede sentado en su casa, mientras los otros 100 conocidos votan por el candidato que usted odia.

Al final, USTED, tiene la última palabra.

Gracias